Cuba se apaga y Limonardo morirá de cara al sol por Carlos Cabrera


El desastre energético de Cuba es de tal magnitud, que la isla se apaga; mientras el presidente Díaz-Canel
  -más conocido como Limonardo- se aferra a la energía solar como un náufrago a la única tabla que pudo salvar del hundimiento.

Cuba carece de luz porque Fidel Castro destruyó la base de la generación de energía, las termoeléctricas; reconvirtiéndolas a consumidoras del pesado petróleo nacional y optando por la solución más rápida, pero muy cara de los grupos electrógenos.

Una prioridad del primer gobierno democrático será la construcción de un sistema energético mixto que incluya todas las fuentes, incluida la nuclear, porque Cuba es una isla sin petróleo con valor comercial, empobrecida y de economía abierta.

Limonardo, que es Ingeniero eléctrico y doctor en Ciencias Técnicas, conoce la causa del oscurecimiento perpetuo, pero tiene que ocultarla porque se autoproclamó continuidad en uno de sus alardes insensatos.

Frente a la falta de dinero para construir nuevas termoeléctricas y comprar combustibles, Limonardo pretende engañar una vez más a los cubanos con campitos de placas fotovoltaicas que serán lucecita para hoy y tinieblas para mañana porque son instalaciones complementarias dentro del modelo energético de un país y exigen unos mantenimiento y limpieza difíciles de conseguir en una Cuba, donde la mayoría de los trabajadores acuden a sus puestos sin desayunar.

El propio gobierno ya ha denunciado los robos continuos que sufren los almacenes y obras de huertos solares porque una casa resuelve con cinco o seis placas, pero un país de nueve millones de almas no se alumbra con dos campos fotovoltaicos.

Lógicamente, con la energía renovable, la dictadura más vieja de Occidente y gran depredadora medioambiental, pretende apuntarse un tanto con el impositivo wokismo, que en cada iniciativa esconde un negocio multimillonario.

La oscuridad es un rasgo de la pobreza estructural provocada por el comunismo de compadres en Cuba y que no solo sigue desguazando a la economía y martirizando a los cubanos; sino que genera serios disturbios en los procesos de aprendizaje y daños psíquicos, especialmente, en los más vulnerables.

Mayoritariamente, la asediada oposición internar y parte del exilio se pronuncian sobre la necesidad de juzgar a militares responsables de la represión, como parte de un necesario Núremberg cubano, pero obvian que a Díaz-Canel y su pandilla deberemos juzgarlos por el enorme sufrimiento infligido a muchos cubanos; incluidos los destierros, los inxilios y la oscuridad que preside su socialismo insostenible y empobrecedor.

La matancera Guiteras, de tecnología francesa y la menos vieja de las termoeléctricas, tiene 37 años en sus costillas y; cuando Cuba se quedó sin petróleo soviético, los asesores franceses propusieron al entonces ministro Marcos Portal, acompañar su reconversión a consumidora de crudo nacional, con la construcción de una planta de Clinker para producir derivados para el transporte y la construcción, pero ya Fidel andaba montado en la revolución energética, que no revolucionó ni iluminó nada; solo fue otro parche en medio del derrumbe; pero sabiendo que cuando los grupos electrógenos fallaran, ya él estaría en la piedra.

El continuismo de Limonardo es patético, solo acierta cuando se abstiene de nuevos inventos y evita la solemnidad de su bobería perpetua; con la cantidad de dinero que invirtió la revolución en su formación y solo vale para adorar a Raúl Castro.

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