Sorpresa final del régimen cubano


Lo que verdaderamente está sucediendo en Cuba a usted no le pasa por la cabeza. Probablemente es lo único que justifica el descalabro atroz en que se encuentra nuestro país. Si usted tiene un negocio que se está yendo a pique y desea salvarlo, hará todo lo posible por mantenerlo a flote. Pero si se da cuenta de que no hay forma de rescatar la empresa, que nadie está dispuesto ni tan siquiera a comprársela, la deja hundir mientras exprime de ella hasta el último centavo. Esa es la percepción que yo tengo de la forma en que la familia Castro está manejando el país. Exprimiendo el último centavo antes de largarse. Si usted es el soberano de una nación en crisis y su deseo es perpetuarse tanto usted como su descendencia en el poder, está obligado a realizar reformas inteligentes para continuar gozando de ese privilegio. Fíjese que Fidel Castro le pasó el poder a su hermano, lo que ya predecíamos, pero el hermano no designó a uno de su familia. Sino a una ficha que en cualquier momento puede sacar del tablero de ajedrez. Cada acción política desde la muerte de Fidel Castro, parece más una jugada para ganar tiempo, que para perpetuar a la familia por tiempo indefinido. Quiere decir que en un momento determinado, llegaron a la conclusión lógica de que tienen el tiempo contado: basado en un principio fundamental que sostiene cualquier tipo de régimen a largo plazo: la fe de sus súbditos. La fe mueve montañas. Un ejército está dispuesto a seguirlo pasando todas las miserias del mundo siempre y cuando no pierda la fe en su líder. Pero en este caso, ni existe el líder, y mucho menos la fe. 

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