Desde su casa en la calle Agramonte, en el pueblo cienfueguero de Constancia, hay una mujer enfrentando el desafío de la vida. Si para las personas que no sufren ningún tipo de discapacidad está dura la situación actual del país, pues ¿qué se puede esperar para alguien a quien le faltan sus piernas, la visión o tiene que lidiar con una enfermedad crónica de salud? Postrada en su silla de ruedas, Milayda Guerra Rizo denuncia un recorte drástico de su chequera, que describe el nivel de injusticia, abandono y completa indolencia del estado cubano. De 2,640 pesos que recibía, han decido bajarle a 1,548 pesos al mes. Ni tan siquiera pudiéramos calificar esta medida de “recorte”, sino llamarle “sentencia de miseria”. Según la trabajadora social que la atendió, el recorte se debe a que su hijo no vive con ella y se espera que su ex esposo la mantenga, a pesar de su separación. Milayda expresa su desconcierto y frustración al enfrentarse a la responsabilidad de pagar por todas sus necesidades como cualquier otro ciudadano del país, incluso teniendo que pagar para que le limpien y laven su casa, ya que no ha obtenido aprobación para recibir asistencia en ese aspecto.
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