En un enorme vertedero se ha convertido la Casa Artime, en cuya planta alta estaba el antiguo Hotel Reina Victoria (1907). El emblemático edificio que remitiera a un pasado de esplendor, fue demolido en Mayo de 2019 cuando amenazaba caer sobre los transeúntes. Situado en el mismo corazón de Cruces, tenía en la planta alta el hotel y en los bajos un Banco, una peletería y sombrería del dueño, el señor Donato Artime Valdés. Desde la llegada de las religiosas en diciembre de 1925, hasta que se trasladaron a su nuevo edificio ubicado en la calle Maceo en diciembre de 1933, el hotel funcionó como el Colegio María Inmaculada. Una generación de crucenses también recuerda el tiempo en que estuvo el Correo Viejo en la planta baja. Según el profesor crucense Raúl Antonio Secades de Vega, existe una antigua leyenda que relata la existencia de un túnel secreto que comunicaba una de las estaciones de ferrocarril con la Casa Artime para trasladar, de manera segura, el dinero depositado en el Banco Artime. “Este traslado se realizaba con la finalidad de transferir el dinero a Bancos de la capital provincial de ese entonces y desde ahí, a La Habana, según las necesidades y deseos de los dueños de los Centrales Azucareros que rodeaban el municipio de Cruces (téngase en consideración que el ferrocarril era la vía más segura y rápida en ese entonces: la Carretera que une a Cienfuegos y Villa Clara no fue completada hasta 1930-1931). Lógicamente, eran los propietarios de los Centrales Azucareros los que mayor caudal de efectivo manejaban en la localidad.”
Cierta o no esta historia que aviva el imaginario popular, el único hecho constatable es el estado en el que ha terminado tan importante edificio: un vertedero. He aquí la verdadera obra dejada por la revolución cubana y el único legado por el que será recordado semejante sistema de gobierno: basura y destrucción.
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