(Monitor Cubano) El zafarrancho de fuerzas enfrentadas esa tarde en el patio de la ruinosa (otrora signo del esplendor de una época) Terminal ferroviaria crucense, suponía que se estaban disputando valores suficientes como para desatar las ambiciones mayores del género humano.
Azúcar. Simplemente azúcar se disputaban los hambrientos de un bando y sus perseguidores por otro. Y créame que me ha costado, me duele llamar 'hambriento' a un paisano mío. Pero ¿hay otro móvil cuando permaneces apostado durante horas, entre mosquitos atacando como nubes negras que atormentan, la pestilencia insoportable de los caños albañales y los riesgos de ser sorprendido 'in fraganti' por la Policía? En Cuba se le conoce popularmente como “tolva” a un contenedor ferroviario para transportar azúcar a granel. Y una tolva de azúcar no es una diligencia; de aquellas que atravesaban los desiertos de California durante la fiebre del oro decimonónica. Pero puede ser asaltada de manera similar a como por entonces lo hacían frecuentemente ciertos vaqueros codiciosos de joyas y valores ajenos, en un Oeste sin más ley que el imperio de la pólvora como símbolo de la fuerza.
"Avariciosos revendedores” -comentaba un desalmado. "Ahora la revenden a cien pesos-libra". Verdad. Pero, ¡cien pesos cuesta una minuta del tamaño de una galleta mediana con pan de dudosa harina!
Y 80 pesos una libra de arroz (en el mercado negro, no en un almacén seguro para abastecer tu necesidad cotidiana).
En el zafarrancho quedaron detenidos más de una veintena de jóvenes. Sobre el hambre y la hiper-inflación no se dirá una sola palabra el día del juicio.
¡HAMBRE! ES LO QUE PADECE ESTA ISLA, ¡HAMBRE!
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