No es que Cruces se haya convertido en una película de terror, sino que todo el país ha sucumbido a la catarsis final de la desesperación. Cuando impera una miseria extrema con altos índices de analfabetismo, donde las autoridades ya no son competentes y el sistema de justicia da licencia a violadores y asesinos, ¿qué se puede esperar? Encima de esto, una crápula de dirigentes cuyos vientres compiten con las ballenas, puestos a dedo no por sus virtudes, sino por sus peores defectos. Repito, ¿qué se puede esperar? Feminicidios, asaltos, taxista asesinado en Camagüey, robos a cualquier hora del día… la lista no tiene para cuándo acabar. Esta crisis sin precedente en nuestra historia puede terminar si el gobierno reaccionara en bien de su pueblo, pero no lo hace, porque no quiere. Es más importante para ellos mantener la imagen de que en Cuba no pasa nada. Pero, ¿de verdad que alguien se lo cree? El precio de esta indolencia es muy alto. El pueblo cubano sufre, por gusto. Se pierden vidas, a cambio del capricho ideológico. Jamás se había visto nada semejante en la historia de nuestra isla: que un grupo de cubanos dejara morir a sus semejantes, para mantener un sin sentido.
A qué se debe el alza de crímenes en Cuba
No es que Cruces se haya convertido en una película de terror, sino que todo el país ha sucumbido a la catarsis final de la desesperación. Cuando impera una miseria extrema con altos índices de analfabetismo, donde las autoridades ya no son competentes y el sistema de justicia da licencia a violadores y asesinos, ¿qué se puede esperar? Encima de esto, una crápula de dirigentes cuyos vientres compiten con las ballenas, puestos a dedo no por sus virtudes, sino por sus peores defectos. Repito, ¿qué se puede esperar? Feminicidios, asaltos, taxista asesinado en Camagüey, robos a cualquier hora del día… la lista no tiene para cuándo acabar. Esta crisis sin precedente en nuestra historia puede terminar si el gobierno reaccionara en bien de su pueblo, pero no lo hace, porque no quiere. Es más importante para ellos mantener la imagen de que en Cuba no pasa nada. Pero, ¿de verdad que alguien se lo cree? El precio de esta indolencia es muy alto. El pueblo cubano sufre, por gusto. Se pierden vidas, a cambio del capricho ideológico. Jamás se había visto nada semejante en la historia de nuestra isla: que un grupo de cubanos dejara morir a sus semejantes, para mantener un sin sentido.
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