En Cuba, el sentido común es el menos común de los sentidos. El recibimiento de "La Caravana de la Libertad" (recorrido que nace desde Santiago de Cuba con jóvenes militantes de la UJC y algunos ancianos combatientes, para recordar el que hiciera Fidel hace 64 años hasta hacer su entrada en La Habana) en el municipio de Cruces vivió un sabotaje climatológico. La amenaza estuvo latente en todo el día con chubascos a intervalos dejando claro el riesgo que correrían al organizar todo a cielo descubierto sobre el área del parque. Algunos sugirieron el teatro como alternativa, pero no fueron escuchados y el aguacero con vientos encontró el momento cuando todos estaban sentados para disfrutar del acto político que les tenían preparado.
Después de la ofrenda floral ante la estatua de nuestro apóstol y escucharse la grabación del Himno Nacional y el Himno del Crucense, comenzó la pertinaz llovizna y un viento tumbando banderas y carteles. El auditorio soportó por disciplina la intensidad del aguacero, hasta que el audio no resistió más y enmudeció, luego de que un emocionado declamador de la localidad ensopado en agua y una pionerita con un paraguas dijeran sus poemas. Ya muchos habían escapado al resguardo de los portales, hasta que le indicaron a los que quedaban que entrarán al teatro para poder finalizar la ceremonia sin guión y acapella.
A los vetustos castristas con todas sus medallas les corría el agua por todas partes y daba pena verlos corriendo hacia el teatro. Luego el acto continuó con sus planificandas condecoraciones en el foso anterior al escenario minado de comején, seguido por la canción nostálgica a Cruces del trovador Joel Garnier, que apenas pudo escucharse (y que habla de las cosas que alguna vez tuvo el pueblo de Los Molinos y que ya no tiene) y la escandalosa conga para cerrar, para que a nadie le diera tiempo a meditar qué beneficio alcanzó Cruces con esa llegada de Fidel Castro al poder y festejar 64 años después. En fin, otro capítulo más de la tragicomedia convaleciente que hoy vive el municipio que antes de la Revolución fuera la segunda zona fiscal del país. Hasta el clima se indigna ante semejante oprobio con un pueblo que no le queda más que asumir el desengaño que ha sido la famosa promesa de la Revolución para los humildes.
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