Pasear por el Boulevard de Cienfuegos hasta hace solo tres años era todo un deleite lo mismo para los lugareños que para cualquier visitante de cualquier región del mundo. Pero últimamente esa imprescindible arterial de comercios que comunica el Parque Martí con el Prado se ha convertido en un dolor de cabeza, donde la policía tiene que intervenir para controlar el mar de personas que se reúnen en las colas para comprar lo que sea. Hay tanta escasez que hasta lo más insignificante que se venda provoca un tumulto de personas desesperadas. Hoy el acontecimiento fueron unos dulces, ayer unas manzanas, mañana puede ser cualquier cosa, lo cierto es que todo se agota, la oferta nunca satisface la demanda y la gente lo sabe. Para colmo está el fenómeno del apagón que puede detener la venta de cualquier producto en MLC y la labor de los cajeros y el banco. La gente se pone más tensa cuando tienen corriente, saben que el servicio eléctrico puede caer en cualquier momento y los minutos cuentan. No hay tiempo para el paseo, las confituras escasean, la hamburguesería Venecia no tiene hamburguesas. Da lástima ver lo que queda de este sitio que ha sido siempre orgullo de todo cienfueguero. Por otra parte está la odisea de los viajeros y el reto que es asumir un viaje en estos tiempos. Y no estoy hablando de viajes largos ni nada de eso. Un simple desplazamiento a otro municipio de la provincia es algo espantoso y muestra de eso se puede ver en la terminal de ómnibus. Una marea de personas al borde de la asfixia con un calor enorme se disputan con violencia un lugar en el camión particular o la guagua que esté de turno para salir. En fin, que muchos desisten y solo viajan cuando no queda otra alternativa: por un turno médico, asistir al trabajo, la escuela, etc. El molote de personas asoma por todas partes, amenaza, desalienta devorando la sana costumbre de pasear de los cubanos.
Paseo infernal por Cienfuegos
Pasear por el Boulevard de Cienfuegos hasta hace solo tres años era todo un deleite lo mismo para los lugareños que para cualquier visitante de cualquier región del mundo. Pero últimamente esa imprescindible arterial de comercios que comunica el Parque Martí con el Prado se ha convertido en un dolor de cabeza, donde la policía tiene que intervenir para controlar el mar de personas que se reúnen en las colas para comprar lo que sea. Hay tanta escasez que hasta lo más insignificante que se venda provoca un tumulto de personas desesperadas. Hoy el acontecimiento fueron unos dulces, ayer unas manzanas, mañana puede ser cualquier cosa, lo cierto es que todo se agota, la oferta nunca satisface la demanda y la gente lo sabe. Para colmo está el fenómeno del apagón que puede detener la venta de cualquier producto en MLC y la labor de los cajeros y el banco. La gente se pone más tensa cuando tienen corriente, saben que el servicio eléctrico puede caer en cualquier momento y los minutos cuentan. No hay tiempo para el paseo, las confituras escasean, la hamburguesería Venecia no tiene hamburguesas. Da lástima ver lo que queda de este sitio que ha sido siempre orgullo de todo cienfueguero. Por otra parte está la odisea de los viajeros y el reto que es asumir un viaje en estos tiempos. Y no estoy hablando de viajes largos ni nada de eso. Un simple desplazamiento a otro municipio de la provincia es algo espantoso y muestra de eso se puede ver en la terminal de ómnibus. Una marea de personas al borde de la asfixia con un calor enorme se disputan con violencia un lugar en el camión particular o la guagua que esté de turno para salir. En fin, que muchos desisten y solo viajan cuando no queda otra alternativa: por un turno médico, asistir al trabajo, la escuela, etc. El molote de personas asoma por todas partes, amenaza, desalienta devorando la sana costumbre de pasear de los cubanos.
Comentarios
Publicar un comentario