Dos veces enterrado. Ni los militares se salvan del desastre en Cuba

Tremenda rebambaramba se ha armado en Lajas con el cuerpo de un veterano de Angola. Ni los militares se salvan al desastre que impera en Cuba. Hernando Martín Hernández Álvarez (El Tunto), que falleció el 19 de noviembre después de una penosa enfermedad, tuvo que ser enterrado dos veces en medio del suplicio de la familia y un descalabro que nos recuerda la memorable película de Tomás Gutierrez Alea, La muerte de un burócrata (1966). Ha tenido la familia que recorrer medio Lajas buscando agujas, hilo y algodón para preparar decentemente el cadáver, porque la funeraria municipal está desprovista de todo lo necesario para estas circunstancias. 

Pero aquí no comienza la odisea. Después de recibir un ataúd casi destartalado que amenazaba con desarmarse, no apareció nadie de la Asociación de Combatiente que pudiera coordinar el sepelio o conducir una guardia de honor. El cuerpo es trasladado al cementerio donde supuestamente sería enterrado en el Panteón de los Veteranos pero, por uno de esos despistes crónicos de la burocracia, en lugar del panteón esperaba una fosa de comunales. Los hermanos del fallecido llaman a todas partes, realizan las gestiones posibles sin que nadie se ponga de acuerdo. ¡Batalla campal mientras, el ataúd con el fallecido madura al sol! Las circunstancias obligan a enterrarlo en una gaveta de comunales (Primer entierro). Aparecen entonces los dormidos de la dirección de Combatientes y después de un dime que te diré, rompen la gaveta y trasladan el cuerpo al Panteón de los Veteranos (Segundo entierro). ¿Pensaron que esto había terminado? Una vez que se reúnen los familiares con los responsables de este desagradable enredo, se esclarece la razón del cambio. 

Según la administradora del cementerio municipal de Lajas, el asunto es que el Panteón de los Veteranos se inunda en primavera. Quiere decir que cuando lleguen las lluvias es muy probable que el ataúd flote o esté bajo agua, lo que indica que el difunto sufrirá un tercer sepelio. Situaciones tan desagradables como éstas se viven día a día en todos los cementerios del país. Nada más penoso para la familia que lidiar, en ese último adiós, con la incompetencia de un sistema en estado de desastre. Ni los grados ni el rango del fallecido escapan a la puja del destino. Son vicisitudes que viven todos los cubanos, con excepción de la cúpula más favorecida del poder. 

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