No son pocos los cubanos preocupados por la decisión que hace unos días tomó la isla de aceptar vuelos de deportación procedente de los Estados Unidos. Es bueno aclarar que entre ambos países no existe un acuerdo oficial con este tipo de trámite aunque se ha efectuado (la Guardia Costera sí realiza deportaciones de personas que intentan salir por vía marítima con regularidad, en lo que va de año ha repatriado a más de 5600 migrantes) pero luego de la COVID muchos emigrantes ingresaban al país cruzando la frontera por tierra sin temor alguno. Lo cierto es que ya falta poco para completar el primer vuelo de personas que no han sido aprobados por el departamento de inmigración norteamericanos y ya están asumiendo esta alternativa como un alivio ante la marcada afluencia de cubanos que toman la opción de atravesar Centroamérica para solicitar asilo. Hasta hace solo unos días esto no eran más que especulaciones pero hace pocos días el vicecanciller de Cuba, Carlos Fernández de Cossío informó en una conferencia de prensa el creciente interés de EEUU en regresar a los antillanos que no logran superar la prueba de “miedo creíble”, y no califican para solicitar asilo. Lógicamente, ahora muchos se lo están pensando un poco más, porque para muchos la decisión a emprender esa travesía implica vender todos los bienes para poder pagar los pasajes, el “coyote”, y todos los demás gastos. Nadie está preparado para un regreso en esas condiciones, el golpe del fracaso es muy grande. Sabemos que las condiciones de vida en Cuba son deprimentes y en muchos casos insoportables, pero vale alertar para que se lo piensen mejor.
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