Ante la inacción de la policía para lidiar con la pandemia de robos y sacrificio de animales en las zonas rurales de Cienfuegos y Villa Clara, los campesinos están comenzando a tomar medidas para defender lo suyo con lo que haga falta. Tal es el caso de varios guajiros en los alrededores del municipio de Ranchuelo que, en horas de la noche, han dado captura a uno de los bandidos que los asediaba. Dos yuntas de buey era el objetivo de tres sujetos escondidos tras las sombras de la noche. Uno de ellos fue capturado al bajarse del caballo cuando iba a dar inicio a su fechoría. Tras escuchar los gritos de alarma, los otros dos compinches salieron a todo galope. Al malhechor lo identifican como “El hijo del viejita”, lo que indica que es de la zona y conocido por todos.
Los locales se preguntan si tanto éste como sus cómplices son parte de una banda organizada. Poco probable, ya que los hechos delictivos están ocurriendo en diferentes localidades y en cualquier momento del día. Lo más probable, analizando el modus operandis de los casos, es que se trate de grupos formado por 3 o 5 delincuentes, dependiendo la magnitud del atraco, circunscritos muy bien a la zona donde operan. Tienen definido el objetivo a robar, han estudiado el terreno a la perfección y delimitado el tiempo que tomará la maniobra. Golpes de este tipo solamente lo puede llevar a cabo alguien muy bien familiarizado con la locación y el perfil de sus víctimas.
El hurto y sacrificio de animales está a la orden del día en toda la isla de Cuba. Los campesinos no saben qué hacer ni a quién acudir, pues la policía está de brazos cruzados. Entre la vaca y la vida, los propietarios prefieren preservar esta última, cerrar con una tranca la puerta y hacerse los que están profundamente dormidos. Algunos hasta roncan y nadie se mueve de su sitio. Sin embargo, estos saqueos constantes no tienen la misma dimensión de la persona a quien le desvalijan un televisor en su casa. Los animales son el sustento de los campesinos. Sin ellos no pueden comer, ni producir la tierra. La muerte de una vaca, así como el robo de un caballo, representa literalmente el fin de un guajiro y su familia, además de todos los efectos colaterales que alcanzan al consumidor.
Por la comunidad de Mal Tiempo a un campesino de la zona le han dejado una sola vaca de las 32 que poseía. “Vienen como abejas y a veces caen como avispas”, confiesa el pobre hombre: Un día me llevaron 2, a los tres días desaparecieron 4 animalitos más y así sucesivamente, sin dar tiempo a que uno se recuperase del golpe. Te lo digo sin pena, la que me queda duerme dentro de mi casa”. No muy lejos de allí otros campesinos sufrieron peor suerte, pues además del caballo y las únicas tres vacas que poseían, les robaron una chiva que estaba al parir. La esposa del campesino dice estar asombradísima, porque ella es de mal dormir y posee un oído que todo lo siente. En Potrerillo, donde han hecho zafra los delincuentes, un hombre no se explica cómo consiguieron robarle 2 caballos bien guardados en el patio de su casa, sacándolos a través de un pasillo muy estrecho. El otro día por San Juan de los Yeras, un pueblo ubicado entre los límites de Cienfuegos y Villa Clara, un guajiro casi sufre un ataque del corazón cuando, al regresar al pastoreo después de un breve almuerzo, descubrió que le habían robado dos yuntas de buey y una vaca. “En esta zona han acabado”, refiere un residente de la comunidad de El Peñasco: “lo que no se han llevado, es porque no quedan animales casi ya”.
A hora por la ley de Cuba el guajiro cometió un delito en golpearlo
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