Ciegos y los que se hacen


Cada día disminuye esta población de “ciegos” que no quiere ver la realidad. Son tan víctimas como el pueblo cubano, porque padecen la mismas penurias, pero convencidos de que un factor externo es el culpable de todas sus desgracias. Los mercenarios, el bloqueo, los yanquis, Otaola, etc. Puedes mostrarle el pollo que llega de Estados Unidos, los excesos del cangrejo vacilando en un yate y el nieto de Fidel Castro a todo meter en su discoteca del Vedado, las donaciones para el pueblo que se roban, revenden a la población en tiendas MLC, las gestiones locales en manos de burócratas incapaces dando muela en reuniones interminables, los módulos de alimentos a militares y miembros del PCC, el salario de un policía más alto que el de un médico y, ni cuenta se dan. Se tragan a cucharadas todo lo que les dicen en la televisión nacional y viven en una cortina de humo hasta que se caen. Algunos se parten un hueso en ese abismo que se llama: la verdad. Sin embargo nunca es tarde si la dicha llega. Todos estuvimos ciegos en algún momento de nuestras vidas. Al lado de este grupo hay otro muy interesante y que representa uno de los grandes desastres sociales de nuestros tiempos: los que “se hacen los ciegos”, pero ven más que tú y que yo. Son una cosa por delante y cuando das la espalda, prepárate. Por el día le encienden una vela a Fidel para que ilumine un día más su estado de miseria, por la noche sintonizan a Ultrack, ven a Pentón, se leen los artículos de CiberCuba. Doble moral, precaria sinceridad. Son los que te dicen “esto no lo arregla nadie”, porque miden a todo el mundo de acuerdo a su falta de voluntad. Estos NO-CIEGOS tienen tendencia a mutar. Muy peligrosos y sugiero distanciarse de ellos por su comportamiento tóxico. No se puede estar con dios y el diablo al mismo tiempo.

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