“Derroche de alegría” catalogan los voceros del INDER este desfile en el barrio de Isla de Pinos para una jornada de ejercicios. No sé a quien intentan engañar con este forzado positivismo cuando todo marcha peor que nunca. Caras largas, agobiadas por la tristeza y miradas que se pierden en el camino. Mas bien parece el desfile de un funeral que el de un matutino. Los ancianos avanzan exprimiendo las fuerzas que les quedan. Solamente ellos saben de dónde sacan el espíritu para mantener la vida un día más. Pesa sobre ellos pensiones que no alcanza para comprar nada, servicios sanitarios que no brindan esperanza de ningún tipo, desprotegidos por el presente y perturbados por un futuro cada vez más incierto. Los que llegan al lugar indicado por el INDER buscan asiento rápidamente. No es que les duela las piernas, sino el alma. Prefieren preservar las pocas proteínas del cuerpo para una cola en la que tendrán que esperar.
Ancianos sin alegría
“Derroche de alegría” catalogan los voceros del INDER este desfile en el barrio de Isla de Pinos para una jornada de ejercicios. No sé a quien intentan engañar con este forzado positivismo cuando todo marcha peor que nunca. Caras largas, agobiadas por la tristeza y miradas que se pierden en el camino. Mas bien parece el desfile de un funeral que el de un matutino. Los ancianos avanzan exprimiendo las fuerzas que les quedan. Solamente ellos saben de dónde sacan el espíritu para mantener la vida un día más. Pesa sobre ellos pensiones que no alcanza para comprar nada, servicios sanitarios que no brindan esperanza de ningún tipo, desprotegidos por el presente y perturbados por un futuro cada vez más incierto. Los que llegan al lugar indicado por el INDER buscan asiento rápidamente. No es que les duela las piernas, sino el alma. Prefieren preservar las pocas proteínas del cuerpo para una cola en la que tendrán que esperar.
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